Friday, May 1, 2015

La Economía del Voto... Salvado

Tenemos la mejor oportunidad de enfocarnos hacia el cambio del destino de la nación.

El voto es un mecanismo de influencia y control de los ciudadanos sobre una forma de poder, mediante la escogencia de los depositarios de ese poder. Aunque, en teoría, el voto debería ser un instrumento de expresión individual, en la práctica se ve condicionado por el efecto de la imitación y la validación social, es decir, la tendencia a remedar aquello que los demás hacen. En esto consiste "la economía del voto": la propensión a votar por quien aparentemente tiene más oportunidades de ganar. Es en base a esa tendencia que las encuestadoras manipulan los números, diciendo que un candidato tal o cual lleva amplia ventaja, y el elector desprevenido, en consecuencia, inclina su preferencia hacia el que "va ganando".

En la economía del voto controlado, existe propensión a votar por quien se cree que tiene más oportunidades de ganar, dependiendo de las cámaras, de los manipuladores de la opinión pública, de los hacedores de RockStars, en fin, de los mercaderes del voto. En consecuencia, los ciudadanos pierden su individualidad, adaptan sus preferencias a las probabilidades de éxito de un candidato controlado, y descuidan lo que genuinamente piensan y sienten: Se pronuncian en contra de su propia realidad.

Despojado de su esencia de autonomía y convicción, el voto pasa a ser controlado y se convierte, entonces, en un área de oscuridad en donde coinciden la corrupción de los cómplices y la voluntad de poder de los tiranos, y allí la sombra del elegido eclipsa la luz del elector. El voto es un acto político y no una acción mercantil. En ausencia de elecciones libres, como sucede en Venezuela, el voto controlado debilita las virtudes de la democracia y del debate político, atornillando al tirano con el visto bueno del sometido.

Los representantes deben su mandato a los representados, quienes aspiran superarse proyectando sus voces y deseos hacia los espacios conquistados por sus escogidos. En Venezuela, sin embargo, esto no ocurre, y no sucede así porque los depositarios del poder no son soberanos. El proceso electoral no determina la composición de nuestros Poderes Públicos, sino que -al contrario- legitima la pérdida de nuestra libertad ya que los depositarios del poder han capitulado. El proceso electoral ha servido para aprobar al cogobierno, cuya composición ha sido pactada previamente, para facilitar las labores del colonizador.

Cuando la democracia no existe, y la tiranía invasora necesita ser enmascarada para perpetuarse en el poder, entonces los mecanismos de la economía del voto no operan hacia un candidato en particular, sino hacia la "intención de voto". Así, los operadores mediáticos intentan torcer la natural voluntad de los ciudadanos, mienten diciendo que la mayoría quiere votar y exponen situaciones fantásticas para encauzar la disidencia lógica junto a los bríos de libertad, hacia un proceso electoral milimétricamente controlado.

Una de las principales causas por las cuales los venezolanos hemos sufrido el poder desmedido de los mandatarios ha sido la tendencia a plegarnos a lo que suponemos equivocadamente que piensa la mayoría. Esa suposición se basa en publicaciones pagadas a encuestadores inescrupulosos que se esfuerzan para mantener al mismo Establisment que les paga con el mismo dinero que nos roba, a cambio de engañarnos.

El derecho a desconocer autoridades ilegítimas no sólo está claramente consagrado en nuestra Constitución,  sino que además está marcado a fuego en nuestros genes, heredados de nuestros grandes Libertadores de América. El desacato, la desobediencia, la no cooperación, han sido gloriosamente manifestados en ya numerosas oportunidades por un pueblo soberano, pero los intereses de las clases políticas que cogobiernan, y una ladina manipulación con múltiples operadores organizados, ha impedido que se consolide la reconquista de nuestra libertad.

Debemos enfocarnos hacia el cambio del destino de la nación, manifestándonos por el país en el que creemos, apostando por nuestras ideas, siendo sinceros con nosotros mismos. Se trata de escoger una concepción del mundo cuya firmeza pueda desmontar la máscaras hipócritas del cogobierno. La máscara de la izquierda esa, con la cual se disfraza el régimen para continuar en el poder. La máscara de la derecha, usada por el cogollo de la organización cómplice que obedece e impone consensos, sólo para sobrevivir y  continuar robando.

Los autoimpuestos e ilegítimos que han asumido el liderazgo de las oposiciones, han hecho grandes esfuerzos para programar las mentes de los ciudadanos de tal modo que sólo puedan expresarse en el marco de un evento electoral. Han inculcado en el ideario popular que "sólo puede considerarse válida una salida, si cumple con tres características indispensables: constitucional, pacífica y electoral". Y vaya que las espléndidas manifestaciones y marchas del pasado fueron exitosas, constitucionales y pacíficas, pero no pudieron materializarse en triunfos electorales, menos aún, ante un sistema electoral oscuro y manipulado -precisamente- por las partes interesadas en perpetuarse dentro de un cogobierno capitulador.

Ellos mismos, conociéndolo, hicieron grandes esfuerzos por ocultar la solución al acertijo de oro, al encriptamiento de nuestro destino y a la consolidación de nuestra voluntad. Mas, sin embargo, gracias a la propuesta afortunada y espontánea de un grupo de jóvenes estudiantes, gloriosos y valientes, que supieron con pundonor sortear las tentaciones del Establishment, se presenta por fin una alternativa que cumple con todos los requisitos necesarios a cabalidad.

El Voto Salvado

En la historia moderna, así como en la formación de las bases de las naciones más sólidas, el Voto Salvado ha sido un poderoso mecanismo de expresión y al mismo tiempo, una razonada forma de control sobre las instituciones. En la misma medida que su importancia es reconocida por los disidentes de más alto nivel de conciencia, y su poder es asimilado por los liderazgos naturales, el Voto Salvado arroja luz sobre el destino de nuestra nación, y de todo el continente.

Cuando un ciudadano salva su voto, no se limita, no aprueba decisiones que otros han tomado ni avala acuerdos que van en contra de sus intereses, no. Tampoco hace colas humillantes para entrar a un centro donde lo atropellan. Mucho menos reconoce la maquinaria electrónica que se interpone entre su voluntad individual y una inexplicable tendencia irreversible. Al contrario, cuando un ciudadano salva el voto, expresa su desacuerdo con el sistema, lo hace saber al entorno y lo hace constar con hechos comprobables, manifestando en el marco mismo del evento electoral -de manera constitucional y pacífica- su soberana voluntad.

Su mensaje es contundente y sus efectos podrán ser corroborados mucho tiempo después. A diferencia del voto controlado por una cúpula, el Voto Salvado no está restringido a la selección entre alternativas mediocres, y no está sujeto a la manipulación emocional del ciudadano por la presión del cogobierno. El Voto Salvado es libertad.

Por una Venezuela libre, soberana, plenamente gobernada por Venezolanos, #SalvaTuVoto

Ludwig Moreno

Fuente: http://www.eluniversal.com/opinion/120209/la-economia-del-voto


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