Sunday, May 25, 2014

¿Tres manos derechas?

La estructura anatómica que  llevó al ser humano, según arqueólogos y evolucionistas, a este extraordinario grado de supremacía como especie, fue nuestro pulgar contrapuesto a los demás dedos.

Se desarrolló en los primates como un elemento eminentemente prensil, pero rápidamente, por necesidades de alimento y resguardo, nuestras manos fueron sirviendo de constante estímulo para el desarrollo de los cerebros de nuestros ancestros.

Ambas manos hacen gala de una maravillosa estructura, que combina movilidad y gracia. Una siempre es más débil mientras la otra es dominante, más fuerte, más hábil, más útil y en la mayoría de nosotros, es la derecha.

Fue en aquella interesante reunión, donde la esposa de nuestro glorioso ex-alcalde de Maracaibo, le mostró la receta: ya Eveling había expuesto su talante colaborador con el invasor y el procónsul, pero cuando se autoproclamó como la mano derecha de Nicolás, logró hacer un histórico "click". Y es que la fórmula expuesta resultaba tan sencilla como generosa: se le otorgó el triunfo a Rosales, se le derrocó y luego el Ministerio del Poder Popular para la Oposición Bonita, colocó como repuesto del depuesto, a la brillante esposa del otrora filósofo. 

Así, maravillado por la posibilidad de lograr dar un paso más en la escala evolutiva, y en el eventual efecto que tendría en su cerebro, Nicolás se ha empeñado ahora en lograr tener 3 manos derechas, y para lograrlo sólo falta que las esposas de los alcaldes de San Diego y San Cristóbal, se lo manifiesten también.

Entiéndase: Las elecciones en dictadura sirven únicamente para dos cosas, de la misma magnitud y sentido opuesto:
 
1. Para fortalecer al régimen, si sus resultados -los que sean- son reconocidos por el pueblo oprimido, independientemente que participemos como en las presidenciales del 2013, o nos abstengamos como en las parlamentarias del 2005.

2. Para debilitar al régimen, si sus resultados -los que sean- son DESCONOCIDOS por el pueblo oprimido, independientemente que se participe, como en el Chile de Pinochet, o se haya llamado a la abstención, como en la Venezuela de Pérez Jiménez.

A pesar de lo sencillo y lo indiscutible de los ejemplos históricos citados, ante la despreciable y acartonada falta de comprensión de los más experimentados líderes, sólo nos queda rezar por que triunfe la juventud impregnada del espontáneo ímpetu libertario.

Por una Venezuela gobernada por Venezolanos

Ludwig Moreno

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